Hoy es 25 de Julio, día de Galicia y no queremos dejarlo pasar sin acordarnos de muchas mujeres gallegas, que a través de los años, y casi siempre olvidadas , han hecho y hacen de nuestra tierra un país de tradición textil. Aunque hoy hablemos de Galicia, sabemos que esta es una realidad de otros muchos territorios. Por todas las costureras, y por intentar poner en valor su trabajo, escribimos hoy. Como una misma historia que se cuenta en dos tiempos, a pesar de las diferencias que marca el contexto social de cada época , nos parece que las mujeres en lo tocante al textil seguimos jugando roles demasiado similares, sirva este post de pequeña reflexión sobre ello. No tenemos que ir más allá que 30 o 40 años atrás, la costura era una labor más de las que tocaban dentro del rol femenino, del «ama de casa» cocinar, limpiar, crianza y cuidados, trabajos no remunerados y por ello también muchas veces, no valorados. Las madres y abuelas cosían camisas, tejían jerseys, daban la vuelta a cuellos y puños para aprovechar el tejido y hasta montaban y desmontaban colchones de lana para acomodar las fibras y que siguieran siendo mullidos. También era habitual que mujeres, costureras, realizasen trabajos por encargo. De casa en casa con su maquina portátil, normalmente realizaban esta labor de manera no profesional, como un complemento a la economía domestica. Los años van pasando y esas madres enseñan a sus hijas, y por suerte también a algún hijo. La rueda sigue girando, y aparece la industria textil que necesita de manos habilidosas. Grandes cadenas de montaje que convierten a esas mujeres en trabajadoras, esta vez si remuneradas y de manera profesional, pero quizás no al nivel que merecían y merecen. La industria textil sigue creciendo y basa su desarrollo en una economía de escala, producir más a menor coste, cuanto más produce menos le cuesta producir cada unidad. Llegados a este punto hablemos del valor de las prendas y del valor del trabajo de las personas que las realizan, que en nuestro territorio, en su gran mayoría siguen siendo mujeres. De inicio no existía valor económico porque se realizaba en el ámbito del hogar, y cuando la industria toma las riendas, dentro de sus planes de crecimiento y expansión, determina que el crecimiento debe ir de la mano de vender mucho y barato, cuanto más barato más vendemos, por lo que el valor de las prendas cae a cifras que objetivamente son absurdas si analizamos el trabajo que tienen detrás. ¿Será por la suma de estos factores que nos asusta el precio de las prendas que se salen de este circuito? ¿Será que tenemos tan arraigado el poco valor que nos cuesta asimilar el tiempo y trabajo que cada pieza conlleva?. ¿Será que una vez más el trabajo de las mujeres se tasa de manera diferente y a la baja?. Sabemos que la moda del futuro va de la mano de la sostenibilidad, palabra muy grande, con muchas partes, una de ellas la revalorización de la mano de obra y los oficios del textil. Queda mucho por hacer pero el camino esta marcado. Observamos desde abajo, como un niño mira a un adulto, a la gran industria textil, tenemos la suerte de poder aprender de sus aciertos y de sus fallos y confiamos en que día a día todos juntos sepamos llegar a ser un sector industrial ejemplar y responsable que de al trabajo de las mujeres y hombres que lo forman el valor que merecen.