Me compré unos pantalones super chulos, rollo eco, sostenible, ya sabes. Una etiqueta con palabras en ingles, que suenan a super pro, me lo dice, me siento genial. Por lo bien que me quedan los pantalones y porque es muy guay ser una consumidora responsable, mola!

Y yo no te digo que no te compres los pantalones, pero no quiero que te pase esto:

Pues vaya, al final me puse a mirar la etiqueta bonita de los pantalones y resulta que el sello que me indicaba que estaban hechos con algodón orgánico tenía letra pequeña, en realidad querían decir “al menos un 15% del algodón es orgánico”, y yo con cara de boba me pregunto ¿por qué no al 100%?. Me siento como cuando quiero comprar pan integral en el super, que tengo que ir con lupa y tiempo.

Y es que resulta, que en este mundo global en el que vivimos, perdimos la cuenta de todos los puntos por los que pasa una prenda, desde que se fabrica hasta que llega a nuestros armarios, a conocer los pasos de este viajecito se le llama trazabilidad. Como el mundo es tan grande, y a veces tan feo, necesitamos certificados que nos garanticen el uso o no uso de determinados materiales o condiciones laborales asociadas al producto. Y entonces, quienes queremos ser consumidores más responsables, comenzamos a buscar esos certificados, pero cada día hay más y lo normal es que no los conozcas en detalle, y algunas empresas, que no quieren quedarse sin su trozo de pastel, incluso crean sus propias líneas “certificadas” como ecológicas, sostenibles, y vete tu a saber que más, con sus glamurosos sellos propios y por supuesto, con sus grandes campañas de marketing para sus enormes volúmenes de venta.

Y ahí estás tú, con tu paquete de pan tostado, que al final solo tiene un 35% de harina integral y tu precioso pantalón de algodón orgánico, en un 15%, claro. Y te sientes un poco tonta, por haberte dejado engañar por esos sellos y etiquetas, que prometían un producto que resultó no ser, y la culpa es mía, me digo, por no informarme más, por no leer la letra pequeña, pero la realidad es que ya bastante hasta arriba iba toda la semana como para tener que ponerme con la lupa a la hora de hacer la compra.

Si tú también te has sentido un poco engañada, por falsas promesas, del pantalón o del pan tostado me encantará leerte, y saber qué te parece todo esto.